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Miguel Miramón

Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo nació en la Ciudad de México el 29 de septiembre de 1831 en el seno de una familia acomodada, de ascendencia francesa.

Desde muy temprana edad Miramón se inclinó por las carrera de las armas. Un hecho poco de extrañar, sobre todo en una familia en donde todos eran militares. Su padre, el General Bernardo Miramón, había pertenecido al Ejército de las Tres Garantías de Agustín de Iturbide. Sus hermanos mayores, Bernardo y Joaquín, eran ya oficiales del Ejército Méxicano.

En 1847 ingresó al Colegio Militar, a cuya defensa concurrió en ese año, como cadete, fue uno de los Niños Héroes que defendieron el castillo de Chapultepec durante la invasión norteamericana el 13 de septiembre de 1847.

En 1852 salió a filas, como subteniente de artillerías. Al año siguiente combatió contra los liberales defendiendo a Santa Anna durante la revolución de Ayutla.
Sirvió en la Guerra de Reforma, al principio, como teniente del general Osollo, ya electo Presidente Félix Zuloaga por los conservadores, a consecuencia del triunfo del Plan de Tacubaya. La muerte de Osollo y su valor, lo señalaron como el jefe de los conservadores.

Jefe del Éjercito del Norte, en el que obtuvo repetidos triunfos contra Vidaurri y los elementos fronterizos, alcanza el grado de general de división, en diciembre de 1858. El gobierno del presidente Zuolaga tuvo una interrupción con motivo del pronunciamiento del general Miguel María Echegaray, el 20 de diciembre de 1858 y de los sucesos posteriores, en que tomó parte el general Manuel Robles Pezuela, que terminaron el 24 de enero de 1859, en que Miramón repuso al señor Zuloaga en la presidencia de la República.

Zuloaga se separa del ejercicio de la presidencia el 2 de febrero de 1859 y nombro sustituto a Miramón en decreto del 31 de enero.
Miramón tenía 27 años cuando asumió la presidencia, ejerciendo el mando desde el campo de batalla.

En su mandato, venció a los liberales en las batallas de Puerto de Carretas, Barranca de Atenquique y Ahualulco; a partir del 6 de marzo de 1859 sitia al gobierno de Benito Juárez en Veracruz, pero la intervención de la marina estadounidense, que captura dos buques mexicanos en aguas mexicanas, le impide consumar la victoria.
El 11 de abril de 1859, el jefe conservador Leonardo Márquez derrota al general liberal Santos Degollado en Tacubaya y le hace doscientos prisioneros militares; Miramón le ordena fusilar a los oficiales del grupo, pero Márquez se extralimita asesinando a todos los prisioneros e incluso a los practicantes de medicina que atendían a los heridos y a vecinos del lugar partidarios de la República. Por esta acción a las víctimas se les conoce como "Los Martíres de Tacubaya".

Presidente sustituto del 2 de febrero de 1859 al 13 de agosto de 1860 deposita el poder en manos del Presidente de la Suprema Corte de Justicia, José Ignacio Pavón. Electo el general Miramón presidente interino de la República por la mayoría de los votos de los Departamentos, prestó juramento ante la Junta Electora y tomó posesión del 16 de agosto al 24 de diciembre de 1860. Dos días antes, casi sin recursos, hizo un último intento por salvar a su causa, pero fue abatido por Jesús González Ortega en la batalla de San Miguel Calpulapan dando fin a la Guerra de Tres Años o Guerra de Reforma, (1858-1861).

Después de la derrota se retira de México. Su gobierno concluye el 24 de diciembre de 1860. Con el auxilio de Dubois de Saligny, emigró a la Habana.

El gobierno republicano de Benito Juárez se fortalece con el apoyo estadounidense, pero los constantes problemas económicos, las deudas contraídas con otros países, la anarquía reinante y la ruptura definitiva entre la Iglesia y el Estado fueron preocupación de los conservadores, quienes, sin el conocimiento de Miramón, quien estaba ausente del país, buscaron ayuda en las Cortes españolas y francesas para imponer una Monarquía en México.
Napoleón III, Emperador de Francia, obtuvo el apoyo de la mayoría de los conservadores mexicanos para lograr sus designos imperialistad en México, y, después de convencer a Maximiliano de Habsburgo-Lorena, Archiduque de Austria, para que se convirtiese en Emperador de México, invade México en 1862 con sus tropas expedicionarias; al ocupar la capital, deja al gobierno mexicano en precaria situación y huyendo de la persecución francesa; los conservadores volvieron al poder, pero el Emperador se mostró como un liberla moderado.

De La Habana, Miramón se trasladó a Europa, primero a Francia, lo recibió Napoleón III, y en España, la Reina Isabel II. Marchó a Italia y luego regreso a México, al mismo tiempo que la expedición europea. El amirante inglés le impidió desembarcar en Veracruz, por lo que volvió a Europa. Volvió nuevamente y entró por el norte, llegando a México el 28 de julio de 1863 para ofrecer sus servicios al Imperio. Maximiliano lo alejó al principio, enviándolo a una misión a Berlín, a estudiar táctica militar.

En 1866 regresa a México, cuando parecía que Maximiliano trata de presentar su abdicación. Fue uno de los que decidieron que continuara en la lucha. Entonces Miramón fue nombrado jefe de uno de los tres grandes cuerpos en que se dividió el ejército imperial.
Realizó el ataque contra Zacatecas, en el que estuvo apunto de aprenhender a Juárez. En Querétaro mandó un cuerpo del ejército y defendió con toda valentía la plaza hasta su caída en junio de 1867. Tomó parte en las batallas de Casa Blanca y Cimatario, que fueron las más importantes en Querétaro.

Maximiliano fue apresado junto con el General Mejía y pronto fue detenido también Miramón, quien al enterarse de la traición, se dirigió al centro de la plaza y encontró una fuerza enemiga; registrándose un tiroteo, en el que resultó herido en la cara y en un dedo de la mano izquierda, se refugió en la casa del doctor Licea, quien lo tortura durante dos horas pretendiendo extraer una bala que había salido y ya indefenso, fue delatado y aprehendido ese mismo día. Se le tuvo preso en el convento de Capuchinas.

Fue juzgado y sentenciado al mismo tiempo que Maximiliano y Mejía ejecutado en el Cerro de las Campanas el 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campanas en Querétaro, Maximiliano, Miramón y Mejía fueron fusilados por un pelotón de soldados republicanos del ejército del general Mariano Escobedo. Maximiliano le cedió el centro, como lugar de honor.
Su cuerpo se traladó a México y se le enterró en el panteón de San Fernando, para ser trasladado a la catedral de Puebla en 1896.

Manuel Robles Pezuela | Sebastián Lerdo de Tejada

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